" Gracias a ella me enfrenté por vez primera con mi ser natural mientras transcurrían mis noventa años. Descubrí que mi obsesión de que cada cosa estuviera en su puesto, cada asunto en su tiempo, cada palabra en su estilo, no era el premio merecido de una mente en orden, sino al contrario, todo un sistema de simulación inventado por mí para ocultar el desorden de mi naturaleza. Descubrí que no soy disciplinado por virtud, sino como reacción contra mi negligencia; que parezco generoso por encubrir mi mezquindad, que me paso de prudente por mal pensado, que soy conciliador para no sucumbir a mis cóleras reprimidas, que sólo soy puntual para que no se sepa cuán poco me importa el tiempo ajeno. Descubrí, en fin, que el amor no es un estado del alma sino un signo del zodíaco. (...) Me volví otro. Traté de releer los clásicos que me orientaron en la adolescencia, y no pude con ellos. Me sumergí en las letras románticas que repudié cuando mi madre quiso imponérmelas con mano dura, y por ellas tomé conciencia de que la fuerza invencible que ha impulsado al mundo no son los amores felices sino los contrariados. Cuando mis gustos en música hicieron crisis me descubrí atrasado y viejo, y abrí mi corazón a las delicias del azar. (...) Me pregunto cómo pude sucumbir en este vértigo perpetuo que yo mismo provocaba y temía. Flotaba entre nubes erráticas y hablaba conmigo mismo ante el espejo con la vana ilusión de averiguar quién soy. Era tal mi desvarío, que en una manifestación estudiantil con piedras y botellas, tuve que sacar fuerzas de flaqueza para no ponerme al frente con un letrero que consagrara mi verdad: Estoy loco de amor. "
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Gabriel García Márquez - "memoria de mis putas tristes" (fragmento)
martes, 31 de marzo de 2009
domingo, 29 de marzo de 2009
..."demasiados los moretones,
muy pocos encantamientos,
son tantos los cocineros,
que joden la sopa"...
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(tu ángel guardián, es de todos el mas tonto que hay)
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miércoles, 25 de marzo de 2009
Naturalmente, la total ausencia de dobles fondos, de mangas hospitalarias y de juegos de manos conducía siempre al mismo resultado desalentador. La paloma no aparecía.
Rizzuto solía presentarse en teatros humildes y en festivales de barrio, de donde casi siempre lo echaban a patadas.
La verdad es que el hombre creía en la magia, en la verdadera magia. Y en cada actuación, en cada golpe con su varita azul estaba la fervorosa esperanza de un milagro. Él no se contentaba con las técnicas del engaño. Quería que su paloma apareciera redondamente.
Durante largo tiempo lo acompañaron la desilusión y los silbidos. Otro cualquiera hubiera abandonado la lucha. Pero Rizzuto confiaba. Una noche se presentó en le club Fénix. Otros magos lo habían precedido. Cuando le llegó el turno, dio su clásico golpe con la varita azul. Y desde el fondo de la galera salió una paloma, una paloma blanca que voló hacia una ventana y se perdió en la noche.
Apenas si lo aplaudieron. Las muchedumbres prefieren un arte hecho de trampas aparatosas a los milagros puros. Rizzuto no volvió a los escenarios. Tal vez siga haciendo aparecer palomas en forma particular.
domingo, 15 de marzo de 2009
lunes, 9 de marzo de 2009
Es todo lo que voy a decir al respecto...
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FUE UNA ESPERA interminable. No sé cuánto tiempo pasó en los relojes, de ese
tiempo anónimo y universal de los relojes, que es ajeno a nuestros sentimientos, a nuestros destinos, a la formación o al derrumbe de un amor, a la espera de una muerte. Pero de mi propio tiempo fue una cantidad inmensa y complicada, lleno de
cosas y vueltas atrás, un río oscuro y tumultuoso a veces, y a veces extrañamente
calmo y casi mar inmóvil y perpetuo donde María y yo estábamos frente a frente
contemplándonos estáticamente, y otras veces volvía a ser río y nos arrastraba
como en un sueño a tiempos de infancia y yo la veía correr desenfrenadamente en
su caballo, con los cabellos al viento y los ojos alucinados, y yo me veía en mi
pueblo del sur, en mi pieza de enfermo, con la cara pegada al vidrio de la ventana,
mirando la nieve con ojos también alucinados. Y era como si los dos hubiéramos
estado viviendo en pasadizos o túneles paralelos, sin saber que íbamos el uno al
lado del otro, como almas semejantes en tiempos semejantes, para encontrarnos al fin de esos pasadizos, delante de una escena pintada por mí, como clave destinada
a ella sola, como un secreto anuncio de que ya estaba yo allí y que los pasadizos se
habían por fin unido y que la hora del encuentro había llegado.
¡La hora del encuentro había llegado!
Pero ¿realmente los pasadizos se habían unido y nuestras almas se habían comunicado? ¡Qué estúpida ilusión mía había sido todo esto!
No, los pasadizos seguían paralelos como antes, aunque ahora el muro que los separaba fuera como un muro de vidrio y yo pudiese verla a María como una figura silenciosa e intocable... No, ni siquiera ese muro era siempre así: a veces volvía a ser de piedra negra y entonces yo no sabía qué pasaba del otro lado, qué
era de ella en esos intervalos anónimos, qué extraños sucesos acontecían; y hasta
pensaba que en esos momentos su rostro cambiaba y que una mueca de burla lo
deformaba y que quizá había risas cruzadas con otro y que toda la historia de los
pasadizos era una ridícula invención o creencia mía y que en todo caso había un
solo túnel, oscuro y solitario: el mío, el túnel en que había transcurrido mi infancia, mi juventud, toda mi vida. Y en uno de esos trozos transparentes del muro de piedra yo había visto a esta muchacha y había creído ingenuamente que venía por otro túnel paralelo al mío, cuando en realidad pertenecía al ancho mundo, al mundo sin límites de los que no viven en túneles; y quizá se había acercado por curiosidad a una de mis extrañas ventanas y había entrevisto el espectáculo de mi insalvable soledad, o
le había intrigado el lenguaje mudo, la clave de mi cuadro. Y entonces, mientras yo
avanzaba siempre por mi pasadizo, ella vivía afuera su vida normal, la vida agitadaque llevan esas gentes que viven afuera, esa vida curiosa y absurda en que hay bailes y fiestas y alegría y frivolidad. Y a veces sucedía que cuando yo pasaba frente a una de mis ventanas ella estaba esperándome muda y ansiosa (¿por qué
esperándome? ¿y por qué muda y ansiosa?)....
Permítame una pausa señor/a lector/a, para aclararle que acá viene el ki de la cuestión...muchas gracias :)
pero a veces sucedía que ella no llegaba a tiempo o se olvidaba de este pobre ser encajonado, y entonces yo, con la cara apretada contra el muro de vidrio, la veía a lo lejos sonreír o bailar despreocupadamente o, lo que era peor, no la veía en absoluto y la imaginaba enlugares inaccesibles o torpes. Y entonces sentía que mi destino era infinitamente más solitario que lo que había imaginado....
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De "el túnel"...
no tengo mas nada que agregar....
martes, 3 de marzo de 2009